Deja de compararte (aunque sea difícil)
Compararte te aleja tanto de vos, que un día ya no sabés ni quién eras cuando empezaste. Aprendí —a fuerza de lágrimas y caminatas largas— que mi ritmo es sagrado, aunque no se parezca al de nadie. Y eso me devolvió la alegría que había perdido sin darme cuenta.